Se estima que hay unos 20 millones de ""preppers"" en todo el mundo y su número está creciendo exponencialmente. “La gran mayoría de ellos son personas serias y racionales, atrás quedaron las teorías conspirativas e ideas radicales”. Esto dicen algunos expertos en el tema.
Frente a posibles guerras, nuevas pandemias, desastres naturales, crisis de energía, falta de recursos y materias primas, revueltas políticas y un mundo cada vez más sumergido en el caos y la incertidumbre…algunos creen que para sobrevivir hay que ir un paso por delante de los demás.
Ellos son parte del “preparacionismo o movimiento supervivencialista” como también es llamado. Un fenómeno social, en muchos casos “organizado”, que está en pleno auge en diversos países y cuyo crecimiento está motivado por alguna catástrofe, recientemente por la pandemia, las últimas erupciones volcánicas, la guerra Ucrania-Rusia y las amenazas nucleares, entre otras.
Su origen no es reciente. Se remonta a la década de 1930 cuando las amenazas de guerra nuclear y creencias religiosas advirtieron un colapso económico y social en el mundo. En particular, esta comunidad empezó a coger fuerza en Estados Unidos durante la Guerra Fría frente a las amenazas nucleares. Luego el interés por este estilo de vida se disparó en la década de 2000, después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y otros ataques terroristas en otros países, sumado a desastres medioambientales e incluso el cambio climático.
¿Cuál es el perfil de los “preppers” o preparacionistas?
Son grupos de personas que tienen todo preparado para cuando haya una catástrofe o cualquier tipo de suceso destructivo, que se derive en situaciones de desabastecimiento. Su enfoque es ser autosuficientes y almacenar la mayor cantidad posible de suministros, de forma que puedan sobrevivir el mayor tiempo posible.
Quieren estar seguros de todo, aprenden técnicas de supervivencia, tienen conocimientos básicos de electricidad, fontanería, medicina y supervivencia. Se abastecen de alimentos y productos no perecederos. La mayoría cuenta con una mochila lista con elementos básicos para salir corriendo en un momento de necesidad: agua, copia de documentos esenciales, herramientas básicas, una radio a pilas, un teléfono, un cargador solar portátil, un botiquín de emergencia, entre otros.
En cualquier caso, su equipo lo forman en función de su poder adquisitivo. Los más sofisticados llegan a construir búnkeres subterráneos y se preparan para sobrevivir a ataques nucleares o atómicos. Otros tienen una forma de preparacionismo más inclusiva y piensan en cómo podría ayudar a su comunidad inmediata si ocurre una emergencia.
Para la mayoría significa una forma de vida, en la que no solo tienen en cuenta las catástrofes, también las contingencias cotidianas. Dicen estar preocupados por su bienestar y esto los hace tomar medidas de autoprotección que les permita reaccionar rápido ante cualquier eventualidad.