Tras unas semanas de enfrentamientos entre Rusia y Ucrania se han presenciado ataques cibernéticos, sanciones económicas y bloqueos de información para ambos países. La tecnología como arma en la guerra va desde censura en medios de comunicación y redes sociales hasta una posible legalización de softwares piratas.
Un ciberataque puede convertirse en un arma poderosa al enfrentar una guerra, pues permite vulnerar los servicios de agua, electricidad, telecomunicaciones e incluso paralizar la infraestructura de un país. Desde horas antes del ingreso de tropas rusas a Ucrania se rumoraba en el mundo una serie de ataques silenciosos en contra del país. Bots para saturar sus sistemas, softwares maliciosos para destruir datos de manera masiva y cortes generalizados en la energía por ataques informáticos a sus subestaciones eléctricas; aunque no se tienen las pruebas suficientes para confirmarlo, el gobierno ucraniano responsabiliza a Rusia de estar detrás de los ataques cibernéticos que vienen experimentando hasta ahora. Apalancados en la tecnología los ataques informáticos o ciberataques cada día pueden ser más agresivos o dañinos para un país.
Las políticas rusas se han caracterizado por exigir el uso legal de programas informáticos, hasta hace pocos días era obligación obtener la licencia de uso de softwares tales como Windows o Photoshop, sin embargo ante las limitaciones impuestas por empresas extranjeras al país, que de una u otra manera limitan la compra de licencias e impide el uso para los ciudadanos, el gobierno liderado por Vladímir Putin, expuso la posibilidad de permitir temporalmente la “piratería” como un mecanismo para suavizar y sostener las transacciones y la economía rusa: “Cancelación de responsabilidad por el uso de software sin licencia en la Federación Rusa, propiedad de un titular de derechos de autor de países que han apoyado las sanciones”. Punto 6.7.3 de las medidas expuestas por el Ministerio de Desarrollo Económico de Rusia.
Ante el llamado del gobierno Ucraniano varias compañías tecnológicas han decidido interferir de manera simbólica o partidaria en el conflicto entre los países vecinos, siendo la lucha por el control de las comunicaciones una gran motivación. Varias plataformas de información están restringiendo su acceso durante la guerra, por ejemplo Google ha limitado la capacidad de Rusia para beneficiarse de los contenidos de sus servicios; Youtube está eliminando las recomendaciones de video por completo para la población ucraniana en su afán por evitar contenidos falsos o manipulados, y los está limitando para los canales rusos. Además dos de las principales redes sociales, Facebook y Twitter, se han negado a ceder el control de la información divulgada en sus plataformas al gobierno ruso, recibiendo como consecuencia limitaciones y censuras en este país.
Empresas de otros sectores también han establecido acciones contundentes, Netflix y Mastercard han sido los casos más recientes, la plataforma de entretenimiento suspendió sus servicios de transmisión en Rusia de manera indefinida, una decisión que no sorprende pues la compañía días antes había pausado la producción de todas sus series en este país. Además otras empresas de la industria del cine y entretenimiento también han decidido parar, por ejemplo Walt Disney Company y Warner Bros cancelaron los estrenos de películas en Rusia. Por su parte, la compañía bancaria anunció el pasado sábado la suspensión de sus operaciones, inhabilitando las transacciones con tarjetas o transferencias de extranjeros en Rusia, horas más tarde Visa y American Express también lo hicieron.
Por otro lado, los civiles ucranianos afirmaron recientemente que sus tarjetas de crédito dejaron de funcionar y por ende, la tecnología de las criptomonedas se está convirtiendo en una alternativa eficiente en medio de la incertidumbre. El pasado 26 de febrero la cuenta oficial de Twitter de Ucrania dijo que recibiría donaciones en forma de criptomonedas, hasta la fecha se han recaudado más de USD 9,9 millones a través de Bitcoin, Ethereum y Tether, además se han formado organizaciones autónomas descentralizadas (DAO).